Desmontando mitos #3: NO es lo mismo un medicamento genérico que uno de marca

Desmontando mitos #3: NO es lo mismo un medicamento genérico que uno de marca

Medicamentos genéricos VS medicamentos de marca

En los últimos años, los medicamentos genéricos han ganado un lugar importante en el mercado farmacéutico global frente a los medicamentos tradicionales de marcas reconocidas, distribuidos por los principales laboratorios del sector. Estos fármacos, que contienen los mismos principios activos que sus versiones de marca, prometen, por lo tanto, una efectividad idéntica pero con un coste mucho menor, ya que no están sujetos a los márgenes de las grandes marcas ni a los costes de importación. Además, pueden ser fabricados por múltiples laboratorios nacionales, lo que reduce significativamente su precio.

La irrupción de los genéricos ha sido impulsada por los gobiernos y organismos sanitarios oficiales, motivados por la necesidad de reducir los costos en salud tanto para los sistemas públicos como para los pacientes, sin comprometer la efectividad ni la seguridad de los tratamientos. Estos actores han respaldado su uso, alegando que los genéricos cumplen con los mismos estándares de calidad y regulación que los medicamentos de marca.

Aunque al tener el mismo principio activo puedan parecer medicamentos idénticos, en realidad, no lo son y es necesario saber cuando te conviene uno u otro.

Si leyendo esto te está dando ansiedad pensando que tomas muchos medicamentos genéricos y que pensabas que era lo mismo, tranquilidad, los medicamentos genéricos son seguros y están contribuyendo a un acceso a los medicamentos para todas las clases sociales y todos los países, que con el coste de los medicamentos de marca patentados, nunca se iba a producir.

Origen de los medicamentos genéricos

El origen de los medicamentos genéricos se remonta a principios del siglo XX, pero su verdadero auge y regulación formal ocurrieron a finales de los años 70 y 80. Aquí te explico un poco sobre cómo surgieron y cómo se consolidaron:

  • A principios del siglo XX, los medicamentos de marca dominaban el mercado, protegidos por patentes que otorgaban exclusividad a las grandes compañías farmacéuticas para comercializar un fármaco durante un período limitado (generalmente entre 10 y 20 años). Durante ese tiempo, otras compañías no podían fabricar ni vender versiones del mismo fármaco.
  • A medida que las patentes empezaban a expirar, surgió la posibilidad de que otras empresas produjeran versiones del medicamento sin tener que invertir en el costoso proceso de investigación y desarrollo, es decir, plagiando directamente los medicamentos de marca existentes. Estos fármacos genéricos, que contenían los mismos principios activos que los originales, comenzaron a ganar terreno como una opción más asequible, pero sin una regulación clara, lo que dificultaba su expansión y aceptación por todos los públicos.
  • El verdadero punto de inflexión ocurrió en 1984 en los Estados Unidos, con la aprobación de la Ley Hatch-Waxman (también conocida como la Ley de Competencia de Precios de Medicamentos y Recuperación de Patentes). Esta ley permitió que los medicamentos genéricos pudieran salir al mercado de forma más rápida, ya que no requerían pasar por los extensos y costosos ensayos clínicos que las marcas originales habían realizado. En su lugar, se les exigía demostrar que eran bioequivalentes (es decir, que liberaban la misma cantidad del principio activo en el organismo y en un período de tiempo comparable al medicamento de marca).
  • Tras la Ley Hatch-Waxman, otros países empezaron a adoptar regulaciones similares. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también impulsó el uso de medicamentos genéricos, especialmente en países en vías de desarrollo, donde su menor costo resultaba vital para garantizar el acceso a tratamientos médicos esenciales.
  • A lo largo de los años, los medicamentos genéricos fueron ganando aceptación tanto entre los profesionales de la salud como entre los pacientes. Aunque inicialmente existía escepticismo sobre su efectividad, las regulaciones estrictas y las pruebas de bioequivalencia garantizaron que ofrecieran la misma calidad y seguridad que los medicamentos de marca. Hoy en día, los genéricos representan una parte significativa del mercado farmacéutico mundial, contribuyendo a la reducción de los costos en salud en numerosos países.

Entonces, ¿Por qué no son lo mismo?

A grandes rasgos, un medicamento está compuesto por dos componentes principales: el principio activo y los excipientes. El principio activo es el componente responsable de la acción terapéutica del medicamento. Es decir, es el ingrediente que ejerce un efecto farmacológico o fisiológico en el organismo para tratar, prevenir o diagnosticar una enfermedad. Por ejemplo, en una pastilla de ibuprofeno, el ibuprofeno es el principio activo, ya que es la sustancia que actúa para reducir el dolor o la inflamación.

Por otro lado, los excipientes son sustancias inactivas que acompañan al principio activo en un medicamento. Aunque no tienen efectos terapéuticos por sí mismos, son fundamentales para facilitar la administración, la estabilidad, la absorción, el sabor, la forma o la conservación del medicamento. Por ejemplo, los excipientes son los que permiten que un comprimido se mantenga compacto o que un jarabe tenga un sabor más aceptable. En una pastilla de ibuprofeno, los excipientes pueden incluir lactosa (como diluyente) y estearato de magnesio (como lubricante), entre otros.

Cuando se fabrica un medicamento genérico, se asegura que contiene el mismo principio activo y la misma cantidad que los medicamentos de marca, lo que garantiza su efectividad terapéutica. Los excipientes, sin embargo, pueden variar entre las versiones de marca y genéricas, pero siempre deben cumplir con las normativas de seguridad y calidad. Estas diferencias en excipientes rara vez afectan la efectividad, aunque en ciertos casos pueden influir en la tolerancia o experiencia del paciente, ya que al no ser lo mismo, aunque tengan efectos similares para la mayoría de públicos, situaciones particulares de cada paciente pueden provocar que estas diferencias sean claves en el tratamiento de cada uno.

A continuación te dejo algunos casos comunes:

Alergias o intolerancias a excipientes

Algunos medicamentos de marca no contienen lactosa como excipiente, mientras que sus versiones genéricas sí pueden contenerla. Si un paciente es intolerante a la lactosa o tiene alergia a algún componente, puede experimentar efectos secundarios gastrointestinales al tomar el genérico, como malestar estomacal o diarrea. Este efecto está bastante presente en algunos antiinflamatorios.

Velocidad de absorción

En ciertos medicamentos con formulaciones de liberación prolongada, como los antidepresivos, antidiabéticos, hipoglucemiantes o medicamentos para la epilepsia, los excipientes controlan la liberación del principio activo. Si los excipientes difieren en un genérico, puede afectar la forma en que el medicamento se absorbe o la rapidez con que entra en el sistema, produciendo diferentes efectos. Por ejemplo, en los hipoglucemiantes, si los excipientes provocan que la liberación sea más rápida de lo que tolera tu intestino, puede que tu cuerpo reaccione con molestias gastrointestinales (normalmente leves).

Posología

En algunos grupos de medicamentos, las variaciones en los excipientes pueden afectar a su biodisponibilidad o capacidad de absorción, con lo que aunque el efecto sea el mismo y el paciente los tolere bien, puede ser necesaria una dosis diferente en función de si el medicamento es genérico o no.

Administración

En algunos casos, los dispositivos de administración pueden ser diferentes entre los medicamentos de marca y sus versiones genéricas. Esto puede ser particularmente importante en medicamentos inhalados, donde la forma del aplicador a través del que se aplica el medicamento puede afectar su eficacia.

Disclaimer

Cómo habrás comprobado, se ha evitado hablar en todo el artículo de marcas o laboratorios específicos, ya que aunque haya casos conocidos de muchos de ellos, es algo que es muy específico de cada paciente, por lo que es importante no crear alarmas innecesarias a los lectores ni miedo a ningún tipo de medicamento, sea genérico o de marca.

La intención de este artículo se resume en explicar porque algunos pacientes pueden notar diferencias entre medicamentos de marca y medicamentos genéricos y que sepan que si un medicamento le sienta mal, puede pedirle a su médico que le prescriba el mismo principio activo de otra marca o laboratorio.

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