Jueves de ira, furia y destrucción

Jueves de ira, furia y destrucción

Si te preguntan cuál es el día más odioso de la semana, lo más probable es que sueltes “el lunes” sin pensarlo mucho. Y cómo no, si llevamos décadas echándole la culpa de todos nuestros males. Desde Garfield hasta las canciones más deprimentes, el lunes siempre ha sido el villano oficial del calendario. Pero agárrate, porque puede que hayamos estado acusando al inocente. Resulta que la ciencia dice otra cosa: el verdadero “día de furia” es el jueves. Sí, el jueves. Ese día que finge ser simpático porque huele a víspera de viernes, pero que en realidad parece ser el momento en que más gente explota de enfado. ¿Ironía? Bastante. Imagina a millones de personas resistiendo desde el lunes, tragando reuniones, cafés y bostezos, solo para terminar gruñendo el jueves. El pobre lunes, con lo mala prensa que tiene, quizá no sea tan culpable como creemos. Así que vamos a darle una vuelta a este hallazgo curioso y ver por qué el jueves se lleva la medalla del enfado, con humor, un poquito de sensacionalismo y alguna que otra pista científica para sobrevivirlo sin perder los nervios… ni las amistades.

Jueves de ira, qué dice la ciencia?

Resulta que el jueves concentra una tormenta perfecta de factores biológicos, mentales y sociales que disparan nuestra irritabilidad. Investigadores de Harvard y Northeastern University, tras analizar más de 300 millones de tuits, descubrieron que las expresiones de enojo alcanzan su pico semanal precisamente este día. ¿Por qué? Sugieren que la frustración acumulada desde el lunes va haciendo mella: el estrés de los primeros días se cuece a fuego lento y, para el jueves, muchos ya están al borde de estallar. Otro análisis de 200.000 mensajes anónimos confirmó este patrón, mostrando un salto del 50 % en quejas sobre jefes y trabajo el jueves respecto al tranquilo domingo. A esas alturas del vía crucis semanal, la paciencia ya flaquea. “Si llevas una semana dura, al llegar al jueves la tensión está por las nubes… y encima todavía queda otro día de trabajo”, explicaba con humor una de las analistas de esta investigación. En este fenómeno también juegan un papel importante los factores hormonales y metabólicos. El cuerpo no es ajeno al calendario laboral. Estudios sugieren que la hormona del estrés, el cortisol, tiende a mantenerse elevada durante los días de trabajo debido a la tensión continua. Tras varios días seguidos en este estado, el jueves podríamos estar literalmente bañados en cortisol, lo que nos pone en alerta y aumenta la irritabilidad. A esto se suma la fatiga acumulada. No dormir lo suficiente de lunes a miércoles pasa factura: incluso una privación moderada de sueño nos vuelve más irascibles y menos capaces de manejar contratiempos. Seguro lo has notado: después de varios días madrugando, tu humor del jueves no es precisamente ejemplar. Y es que la falta de sueño no solo te agota, también disminuye la serotonina y reduce la capacidad de autocontrol, lo que nos vuelve más propensos a enfadarnos por cosas insignificantes. Los factores sociales y emocionales tampoco se quedan atrás. Para muchos, el jueves llega cargado de tareas pendientes y plazos apremiantes, una combinación perfecta para el mal humor. Es el día en que la carga laboral o académica alcanza su punto más alto, con reuniones importantes, entregas ineludibles y correcciones que no pueden esperar. La convivencia continua con colegas, jefes o clientes a lo largo de la semana también empieza a pasar factura. Las pequeñas fricciones que al principio de la semana apenas molestaban, para el jueves pueden convertirse en chispas que encienden el enfado. Nuestra tolerancia a la frustración se agota y aparece el famoso “no estoy para tonterías”. El resultado es un terreno fértil para discusiones en la oficina, bocinazos en el tráfico o enfados en casa por las razones más nimias. Por si fuera poco, existen incluso factores estacionales que pueden intensificar el enfado de los jueves. En otoño e invierno, cuando los días son más cortos y hay menos luz solar, el cerebro produce menos serotonina, el neurotransmisor asociado al bienestar. Esta disminución nos deja más vulnerables al bajón anímico y la irritabilidad. De hecho, uno de los síntomas típicos del trastorno afectivo estacional es justamente un aumento de la irritabilidad. Imagina un jueves oscuro de enero: sales del trabajo de noche, con frío, cansancio acumulado y la sensación de que el fin de semana aún no llega. Es el cóctel perfecto para que cualquier chispa prenda tu mal humor. Aunque suene dramático, la ciencia respalda que en invierno somos más gruñones por cuestiones químicas. Así que no, no es que “odias todo” porque sí en los jueves invernales. Hay una explicación neurohormonal detrás de ese enfado que parece surgir de la nada.

Tu propia biología saboteando tu semana, qué puedes hacer?

Llegar al jueves transformados en una versión malhumorada de Hulk obviamente tiene consecuencias. Emocionalmente estamos más reactivos y a la defensiva, cualquier inconveniente menor puede desbordarnos. Esta irritabilidad extra disminuye nuestra capacidad de concentración y nubla el juicio, afectando directamente el rendimiento. ¿Cuántas veces un jueves accidentado termina en errores tontos en el trabajo o en discusiones por malentendidos? No es casualidad. Con la paciencia al límite aumentan los conflictos con compañeros, clientes o seres queridos. Es fácil terminar diciendo cosas de las que luego nos arrepentimos o tomando malas decisiones impulsivas bajo el calor del enfado. En términos prácticos, el “jueves de furia” puede traducirse en baja productividad, un ambiente laboral enrarecido y desgaste en nuestras relaciones personales. Tampoco podemos ignorar el impacto físico: el enfado constante dispara las respuestas de estrés del cuerpo, elevando la presión arterial y la tensión muscular, lo que, si se vuelve crónico, acaba perjudicando la salud y las relaciones en general. Claramente dejar que el jueves nos saque de quicio no es nada saludable para la mente ni para el cuerpo. La buena noticia es que, si identificamos el problema, podemos tomar medidas para que el jueves, o cualquier día difícil, no nos controle. Dormir bien durante la semana es clave, porque acumular sueño perdido es una receta segura para la irritabilidad. Si llegas muy cansado al jueves, regálate un respiro la noche anterior. Un cuerpo descansado maneja mucho mejor el estrés, porque con sueño eres más Jedi y menos Sith. También ayuda organizar la semana de forma inteligente. Si es posible, deja las tareas más pesadas o conflictivas para antes del jueves y reserva algo más ligero o gratificante para este día. Evita programar reuniones tensas o entregas cruciales el jueves por la tarde, distribuir mejor la carga evita que este día se convierta en una montaña de caos. Durante el jueves, toma pausas a lo largo del día. No esperes a estallar. Levántate, camina unos minutos, haz respiraciones profundas o simplemente disfruta un café tranquilo. Estas pausas técnicas ayudan a resetear el ánimo y a encarar las siguientes horas con la cabeza más fría. El ejercicio también es un gran aliado. Mover el cuerpo libera tensión y reduce las hormonas del estrés, literalmente “quemando” el enfado antes de que te queme a ti. Una caminata al aire libre o una sesión en el gimnasio puede marcar la diferencia entre llegar a casa zen o como una olla a presión. El humor tampoco falla. Una buena dosis de risa, aunque sea irónica, puede desarmar el mal humor. Si todo parece gris, busca algo que te saque una carcajada: memes, un video gracioso o incluso compartir una broma ligera con los compañeros. Y si lo tuyo es redefinir el jueves, súmate a quienes lo llaman “juernes”, convirtiéndolo en un mini-viernes. Planea algo que te ilusione al salir del trabajo, como ver una película, cenar tu plato favorito o reunirte con amigos. Estas pequeñas recompensas engañan al cerebro, haciéndole sentir que lo peor ya pasó. También es útil cambiar el chip mental. Cuando notes que estás rumiando pensamientos negativos, practica la reformulación cognitiva. En lugar de repetirte “odio mi vida, todo sale mal”, prueba a pensar: “Estoy cansado y estresado, es normal sentirme así, pero mañana es viernes y las cosas pueden mejorar”. Reconocer que el mal humor es en parte circunstancial ayuda a no tomárselo tan a pecho. Practicar mindfulness con respiraciones profundas, unos minutos de meditación o escuchar música relajante puede frenar ese incendio emocional antes de que se descontrole. Y no subestimes el poder de hablarlo. Si te sientes más irritable, adviértelo a quienes te rodean con un poco de humor: “Hoy tengo juevitis, ténganme paciencia”. Compartir cómo te sientes aligera la carga y puede generar apoyo entre compañeros o familiares. Si los jueves son una pesadilla recurrente, busca ayuda profesional. Un psicólogo puede darte herramientas útiles para manejar la ira y evitar que cualquier día de la semana te domine. En definitiva, el jueves no tiene por qué ser una condena inevitable. Aunque la ciencia y las estadísticas lo señalen como el día más proclive a sacarnos de quicio, también nos ofrecen estrategias para darle la vuelta. Con descanso, planificación, humor y algo de inteligencia emocional, podemos transformar los temidos “jueves de furia” en días productivos e incluso agradables. Tal vez el secreto esté en aprender a reírnos un poco de nosotros mismos. Así, cuando alguien te diga “¡Uy, qué genio tienes hoy, ¿es lunes o qué?!”, podrás sonreír y responder: “No, amigo… es jueves”.

Referencias

Bibliografía Centre Mèdic BM. (2018, 17 de octubre). Trastorno afectivo estacional: ¿el paso de las estaciones incide en nuestro estado de ánimo? [Blog]. Centre Mèdic BM. Disponible en https://centremedicbm.com/es/trastorno-afectivo-estacional-el-paso-de-las-estaciones-incide-en-nuestro-estado-de-animo/

Harvard Medical School, Division of Sleep Medicine. (2021). Sleep and Mood. En Sleep and Health Education Program. Recuperado el 30 de julio de 2025, de https://sleep.hms.harvard.edu/education-training/public-education/sleep-and-health-education-program/sleep-health-education-87

Kelly, S. J., Young, R., Sweeting, H., Fischer, J. E., & West, P. (2008). Levels and confounders of morning cortisol collected from adolescents in a naturalistic (school) setting. Psychoneuroendocrinology, 33(9), 1257–1268. https://doi.org/10.1016/j.psyneuen.2008.06.010

Mayo Clinic Staff. (s. f.). Control de la ira: Diez consejos para controlar tu temperamento. Mayo Clinic. Recuperado el 30 de julio de 2025, de https://www.mayoclinic.org/es/healthy-lifestyle/adult-health/in-depth/anger-management/art-20045434

News Staff. (2010, 29 de julio). Study shows people are angriest on Thursday. CityNews. Disponible en https://toronto.citynews.ca/2010/07/29/study-shows-people-are-angriest-on-thursday/

Townsend, T. (2015, 9 de noviembre). This Is the Most Stressful Day of the Week for Millennials. Inc.com. Disponible en https://www.inc.com/tess-townsend/whisper-most-stressful-day-of-week.html

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