¿Por qué se nos cae el pelo?

¿Por qué se nos cae el pelo?

Mike Munay

Empieza casi siempre igual.

Una mañana cualquiera, sin épica ni música de fondo, miras la almohada y hay pelos. En la ducha, más. En el lavabo, otros tantos. No es una avalancha, pero en tu cerebro ya se ve como una escena de terror… saltan todas las alarmas silenciosas.

Algo pasa.

No duele, no pica, no sangra. Pero inquieta. Porque el pelo no debería caerse así, ¿no? ¿O sí? Y entonces aparece la gran pregunta, formulada en voz baja, como si el folículo pudiera oírte: ¿esto es normal o me estoy quedando calvo?

La caída del cabello no es un fallo del sistema. Es, en muchos casos, parte del diseño.

Un proceso biológico regulado, predecible y, a veces, malinterpretado.

Otras veces, eso sí, es una señal de que algo más está ocurriendo bajo la superficie.

Y como siempre, la ciencia te lo explica.

¿Qué es exactamente el pelo y cómo se forma?

Desde el punto de vista biológico, el pelo es una estructura mayoritariamente inerte, compuesta sobre todo por queratina, una proteína resistente que también forma las uñas. El cabello que ves, tocas y peinas cada mañana está muerto. No siente, no reacciona y no sabe que lo estás perdiendo.

La parte viva está escondida bajo la piel.

Ahí es donde entra en juego el verdadero protagonista de esta historia: el folículo piloso.

El folículo piloso es una pequeña estructura incrustada en la piel, una especie de microfábrica biológica capaz de producir pelo de forma cíclica. En su base se encuentra la papila dérmica, una zona rica en vasos sanguíneos que aporta oxígeno, nutrientes y señales químicas. Mientras esa papila esté activa y sana, el pelo tiene futuro.

El cabello que emerge al exterior se llama tallo piloso. Está formado por células queratinizadas que, durante su crecimiento, se llenaron de queratina y luego perdieron su núcleo. Es decir, crecieron… y murieron en el proceso. Nada dramático: es exactamente así como debe funcionar.

Este detalle es clave para entender la caída del pelo.

Cuando un cabello se cae, no se está muriendo nada importante. Lo que ocurre es que el folículo ha decidido dejar de producir ese pelo en ese momento. El tallo se desprende y el ciclo continúa… o no, dependiendo del contexto.

Y ahí es donde empieza lo interesante.

El ciclo del cabello: por qué el pelo nace, crece… y se cae

El cabello no crece de forma continua. Crece por ciclos. Cada folículo piloso funciona de manera autónoma, siguiendo su propio reloj biológico. Por eso no se nos cae todo el pelo a la vez (menos mal) y por eso encontrar pelos en la ducha no es, por sí solo, motivo de alarma.

Este ciclo se divide en tres fases principales.

Fase anágena: cuando el pelo está en producción

Es la fase de crecimiento activo. Las células del folículo se dividen rápidamente y el pelo crece a un ritmo aproximado de 1 centímetro al mes.

En el cuero cabelludo, esta fase puede durar entre 2 y 7 años, dependiendo de factores genéticos, hormonales y del estado general del organismo. En condiciones normales, alrededor del 85–90 % de los cabellos están en fase anágena en un momento dado.

Mientras un folículo está aquí, el pelo está sano, firme y, en principio, no tiene intención de caerse.

Fase catágena: el momento de transición

Es una fase breve y poco comentada. Dura apenas unas semanas y actúa como una especie de apagado progresivo del sistema.

El folículo deja de producir pelo, se encoge ligeramente y se desconecta de la papila dérmica. No es una caída todavía, sino un “hasta aquí hemos llegado… por ahora”.

Solo un 1–2 % del cabello se encuentra en esta fase en condiciones normales.

Fase telógena: cuando el pelo se despide

Aquí llega la parte que solemos notar. En la fase telógena, el pelo ya no crece y permanece “anclado” de forma débil en el folículo durante unos 2–3 meses.

Al final de esta fase, el cabello se cae. No porque esté dañado, sino porque su ciclo ha terminado. En paralelo, si todo va bien, el folículo inicia una nueva fase anágena y comienza a producir un nuevo pelo.

En una persona sana, alrededor del 10–15 % del cabello está en fase telógena. Esto explica por qué perder entre 50 y 100 pelos al día entra dentro de la normalidad.

Entonces… ¿por qué vemos pelo caer?

Porque el sistema funciona.

La caída diaria es el precio biológico de tener un cabello que se renueva de forma constante. El problema no es que el pelo entre en fase telógena; el problema aparece cuando demasiados folículos entran a la vez o cuando no vuelven correctamente a la fase de crecimiento.

Ahí es donde entran en juego el estrés, las hormonas, la genética, las enfermedades o ciertos fármacos. Pero eso ya es otra capa de la historia.

El pelo no se cae porque sí. Se cae porque su ciclo ha terminado. Y entender ese ciclo es fundamental para distinguir entre una caída normal… y algo que merece atención.

¿Cuánta caída de pelo es normal y cuándo deja de serlo?

Desde el punto de vista médico, perder pelo es normal. Forma parte del ciclo capilar que ya hemos visto. En condiciones fisiológicas, una persona sana puede perder entre 50 y 100 cabellos al día sin que eso signifique absolutamente nada malo.

El problema es que ese número no se reparte de forma uniforme ni discreta. El pelo no se cae uno a uno como si siguiera una coreografía educada. A veces se acumula, y cuando lo vemos junto, el cerebro entra en modo catástrofe.

Cuando la caída del cabello entra dentro de lo normal

En general, hablamos de caída fisiológica cuando:

  • La pérdida es progresiva y estable, no brusca
  • No hay zonas claras de despoblación o aclaramiento
  • El volumen global se mantiene más o menos constante
  • No se acompaña de otros síntomas (dolor, picor intenso, inflamación)

Ejemplos muy comunes:

  • Caída estacional (especialmente en otoño)
  • Caída tras periodos de estrés leve
  • Aumento puntual tras lavados o cepillados (porque el pelo ya estaba “programado” para caer)

Aquí, el folículo no está fallando. Simplemente está renovando material.

Cuando la caída del pelo deja de ser normal

La señal de alarma no es cuántos pelos se caen un día concreto, sino el patrón en el tiempo.

Conviene prestar atención cuando ocurre alguna de estas situaciones:

  • Caída brusca y abundante en pocas semanas
  • Disminución visible del volumen del cabello
  • Aparición de zonas más claras o ensanchamiento de la raya
  • Pelo que se cae y no parece recuperarse con el tiempo
  • Caída acompañada de cansancio extremo, cambios hormonales, pérdida de peso o alteraciones generales

En estos casos, suele estar ocurriendo algo más que un simple recambio fisiológico. Puede tratarse de un efluvio telógeno, una alopecia incipiente, un problema hormonal o incluso una enfermedad sistémica.

Un detalle importante que suele generar confusión

Que se caiga mucho pelo no siempre significa alopecia. Y al revés: hay alopecias en las que no se cae mucho pelo, pero el folículo se va miniaturizando poco a poco hasta producir cabellos cada vez más finos y débiles.

Por eso, fijarse solo en el número de pelos que caen puede ser engañoso. Lo relevante es qué está pasando con el folículo a largo plazo.

Caída del cabello no es lo mismo que alopecia

Uno de los errores más comunes es usar caída del cabello y alopecia como si fueran sinónimos. No lo son. Y confundirlos suele ser la fuente principal de ansiedad capilar innecesaria.

Desde el punto de vista médico, la caída del cabello es un fenómeno, mientras que la alopecia es un diagnóstico. Parece un matiz semántico, pero cambia completamente la película.

Caída del cabello: el síntoma

La caída del cabello describe simplemente el hecho de que el pelo se desprende del cuero cabelludo. Puede ser fisiológica, transitoria o reactiva. En muchos casos, es reversible y no deja secuelas.

Ejemplos típicos:

  • Efluvio telógeno tras estrés, enfermedad o parto
  • Caída estacional
  • Caída asociada a déficits nutricionales corregibles
  • Caída secundaria a ciertos medicamentos

En estos escenarios, el folículo sigue vivo y funcional. El pelo se cae, sí, pero el sistema está preparado para producir uno nuevo cuando las condiciones mejoran.

Alopecia: el problema estructural

La alopecia, en cambio, implica una alteración del folículo piloso. Aquí no hablamos solo de que el pelo se caiga, sino de que el folículo pierde capacidad para generar cabello normal.

Dependiendo del tipo de alopecia, el folículo puede:

  • Miniaturizarse progresivamente
  • Producir pelos cada vez más finos y débiles
  • Entrar en fases de reposo prolongadas
  • O incluso destruirse de forma irreversible (en alopecias cicatriciales)

En estos casos, el problema no es el pelo que cae, sino el pelo que ya no vuelve.

Por qué esta diferencia es clave

Dos personas pueden perder una cantidad similar de pelo cada día y, sin embargo, tener situaciones completamente distintas.
Una puede estar atravesando una caída transitoria con recuperación completa.
La otra puede estar desarrollando una alopecia silenciosa, lenta y progresiva.

De hecho, algunas alopecias, como la androgenética, no cursan con una caída llamativa, sino con un adelgazamiento progresivo del cabello. El pelo no se cae de golpe: se vuelve más fino, más corto y menos visible hasta que prácticamente desaparece.

Por eso, más que contar pelos en la ducha, lo importante es observar el patrón, la evolución en el tiempo y el comportamiento del folículo. La buena noticia es que, entendiendo esta diferencia, se evitan muchos diagnósticos erróneos… y no pocos sustos innecesarios.

La genética manda (mucho más de lo que nos gustaría)

Si hay una pregunta que aparece siempre que se habla de caída del cabello es esta ¿Esto es genético?

La respuesta corta es sí.
La respuesta correcta es sí, pero no como solemos creer.

La genética tiene un peso enorme en la salud capilar, especialmente en las alopecias más frecuentes. Pero no funciona como una sentencia simple ni como una herencia directa de manual.

La herencia del pelo no es cosa de un solo gen

La caída del cabello, en particular la alopecia androgenética, es un fenómeno poligénico. Esto significa que no depende de un único gen maldito, sino de la interacción de muchos genes distintos, cada uno aportando una pequeña parte del riesgo.

Algunos de estos genes influyen en:

  • La sensibilidad del folículo a las hormonas
  • La duración de la fase de crecimiento
  • La velocidad de miniaturización del folículo
  • La capacidad de regeneración capilar

El resultado no es binario (calvo / no calvo), sino un continuo de posibilidades.

El mito del mirar al padre

Durante años se ha repetido la idea de que la calvicie se hereda solo por vía paterna o que basta con mirar al padre o al abuelo para saber tu destino capilar.
La realidad es bastante menos cómoda.

La predisposición genética puede venir de ambos lados de la familia y combinarse de formas impredecibles. Puedes tener un padre con pelo abundante y desarrollar alopecia, o todo lo contrario.

La genética no copia-pega. Mezcla.

Genética no es destino inevitable

Tener predisposición genética no garantiza que vayas a perder el pelo de forma significativa.

La genética establece el terreno, pero el resultado final depende de cómo interactúa con otros factores:

  • Hormonas
  • Edad
  • Estrés
  • Estado general de salud
  • Inflamación crónica
  • Medicación

Dicho de otro modo: la genética carga la pistola, pero no siempre aprieta el gatillo.

Por qué dos personas con la misma genética pueden evolucionar distinto

Incluso en personas con una predisposición genética muy similar, la evolución del cabello puede ser completamente diferente. Esto se debe a:

  • Diferencias hormonales individuales
  • Momentos vitales distintos
  • Exposición desigual al estrés fisiológico
  • Variabilidad biológica normal

Por eso hay quien empieza a perder pelo a los veinte y quien mantiene una densidad aceptable durante décadas, aun compartiendo antecedentes familiares.

La genética importa mucho, pero no actúa sola ni de forma inmediata. Entender su papel ayuda a abandonar el fatalismo y a interpretar la caída del cabello como lo que es: un proceso biológico complejo, no una condena escrita en el ADN.

Testosterona, DHT y el gran malentendido hormonal

Pocas cosas generan tanta confusión como esta frase: Se me cae el pelo por la testosterona.

Tiene parte de verdad… y mucha simplificación peligrosa.

La testosterona, por sí sola, no es el villano de esta historia. De hecho, es una hormona esencial para múltiples funciones del organismo, tanto en hombres como en mujeres. El verdadero protagonista aquí es su derivado más famoso (y peor entendido): la dihidrotestosterona, o DHT.

Qué es la DHT y por qué importa tanto

La DHT se forma a partir de la testosterona gracias a una enzima llamada 5-alfa-reductasa. Esta conversión ocurre de forma natural en distintos tejidos del cuerpo, incluido el cuero cabelludo.

La DHT tiene una afinidad mucho mayor por los receptores androgénicos que la testosterona. Es decir, es más potente. Y aquí está el matiz clave:
no todos los folículos reaccionan igual a esa potencia.

El problema no es la hormona, es el folículo

En personas con predisposición genética, ciertos folículos pilosos son especialmente sensibles a la DHT. Cuando esta hormona actúa sobre ellos de forma repetida en el tiempo, ocurre un proceso llamado miniaturización folicular.

¿Qué significa esto en la práctica?

  • El folículo se va haciendo más pequeño
  • Cada ciclo produce un pelo más fino y corto
  • La fase de crecimiento se acorta
  • Llega un punto en el que el pelo deja de ser visible

No es una caída brusca. Es una retirada lenta y silenciosa.

Por qué tener mucha testosterona no te deja calvo automáticamente

Este punto es fundamental para desmontar mitos.
Hay personas con niveles altos de testosterona que no desarrollan alopecia, y otras con niveles normales o incluso bajos que sí la desarrollan.

La clave no es cuánta testosterona tienes en sangre, sino:

  • Cuánta se convierte en DHT
  • Y, sobre todo, cómo responden tus folículos a esa DHT

Por eso, reducir todo a "la testosterona causa calvicie" es científicamente incorrecto. La hormona es la misma; la sensibilidad del tejido es lo que cambia.

¿Y en las mujeres?

Aunque en menor proporción, las mujeres también producen testosterona y DHT. En ellas, los desequilibrios hormonales (como el síndrome de ovario poliquístico o ciertos cambios hormonales con la edad) pueden aumentar la acción androgénica sobre el folículo y provocar patrones de afinamiento difuso, especialmente en la zona central del cuero cabelludo.

No es la misma alopecia que en el hombre, pero el mecanismo hormonal comparte bases comunes.

La idea clave que conviene quedarse

  • La testosterona no “mata” el pelo.
  • La DHT no actúa igual en todo el mundo.
  • Y la alopecia androgenética no es un castigo hormonal, sino una interacción entre genética, hormonas y tiempo.

Entender esto permite abandonar soluciones simplistas y enfocar el problema desde donde realmente ocurre: el folículo piloso y su biología, no la demonización de una hormona que, por cierto, el cuerpo necesita.

Estrés, cortisol y caída del cabello: cuando el cuerpo entra en modo supervivencia

El estrés tiene la mala costumbre de aparecer en todas las conversaciones sobre salud. Y en muchas de ellas es una explicación vaga, casi comodín. Pero en el caso del cabello, el estrés sí tiene base biológica real. No simbólica. No emocional en abstracto. Fisiológica.

Cuando el cuerpo percibe una amenaza física o psicológica, activa el eje del estrés. El protagonista hormonal de esta respuesta es el cortisol. Su función es clara: priorizar la supervivencia. Y cuando toca elegir prioridades, el pelo no entra en el top 10.

Qué hace el cortisol en el organismo

El cortisol moviliza energía, modifica el sistema inmune y redistribuye recursos. Todo eso es útil a corto plazo. El problema aparece cuando el estrés se mantiene en el tiempo.

En situaciones de estrés prolongado, el organismo:

  • Reduce procesos no esenciales
  • Aumenta la inflamación sistémica
  • Altera señales hormonales y metabólicas

Y el folículo piloso, que es metabólicamente activo y exigente, nota el recorte presupuestario.

Efluvio telógeno: cuando muchos folículos se ponen de acuerdo

El mecanismo más habitual por el que el estrés provoca caída del cabello se llama efluvio telógeno.

Bajo estrés intenso o sostenido, una gran cantidad de folículos abandona de forma prematura la fase de crecimiento y entra en fase telógena. El resultado no es inmediato. La caída aparece entre 2 y 3 meses después del evento estresante.

Esto explica por qué:

  • La caída puede aparecer cuando “ya todo va mejor”
  • Muchas personas no relacionan el estrés con la pérdida de pelo
  • El inicio parece brusco y alarmante

No es magia. Es fisiología con retraso.

Estrés emocional y estrés físico: mismo idioma biológico

Para el folículo, da igual si el estrés viene de:

  • Una cirugía
  • Una enfermedad
  • Una pérdida emocional intensa
  • Un periodo prolongado de sobrecarga mental

El cuerpo no distingue el origen. Responde igual. Si el estrés es suficiente y sostenido, el folículo ajusta su ciclo.

La buena noticia (porque la hay)

En la mayoría de los casos, el efluvio telógeno por estrés es reversible. El folículo no está dañado estructuralmente. Simplemente ha entrado en modo ahorro.

Cuando el eje del estrés se normaliza:

  • Los folículos vuelven progresivamente a fase anágena
  • El crecimiento se recupera
  • El volumen mejora con el tiempo

Eso sí, la paciencia es parte del tratamiento. El folículo no entiende de prisas ni de calendarios emocionales.

La idea clave

El estrés no mata el pelo, pero si puede poner la fábrica en pausa.

Y cuando demasiados folículos reciben ese mensaje a la vez, la caída se nota. Entender este mecanismo evita culpas innecesarias y ayuda a enfocar el problema desde donde realmente se origina: la fisiología del estrés, no la ducha ni el champú.

Enfermedades que pueden hacer que se caiga el pelo

El pelo tiene una cualidad poco apreciada: es un chivato biológico bastante fiable. No diagnostica por sí solo, pero cuando algo en el organismo se desajusta, el folículo suele enterarse pronto… y a veces lo cuenta cayéndose.

En estos casos, la caída del cabello no es el problema principal, sino una consecuencia secundaria de otra alteración más profunda.

Alteraciones tiroideas: cuando el metabolismo manda

La tiroides regula el ritmo metabólico de casi todo el cuerpo, incluidos los folículos pilosos. Tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo pueden provocar caída del cabello.

Lo característico aquí es una caída:

  • Difusa
  • Persistente
  • Acompañada de otros síntomas (cansancio, cambios de peso, intolerancia al frío o al calor)

El folículo no está dañado de forma irreversible, pero funciona fuera de ritmo. Cuando la alteración tiroidea se corrige, el cabello suele recuperarse progresivamente.

Enfermedades autoinmunes: cuando el sistema inmune se confunde

En algunas patologías autoinmunes, el sistema inmunitario ataca estructuras propias. El ejemplo más conocido es la alopecia areata, donde los linfocitos atacan directamente al folículo.

En estos casos:

  • La caída puede ser brusca
  • Aparecen zonas bien delimitadas sin pelo
  • El cuero cabelludo suele verse normal

Aunque impacta mucho a nivel visual, el folículo no está destruido. Está inhibido. Y eso deja margen para la recuperación.

Otras enfermedades autoinmunes sistémicas también pueden cursar con caída difusa como parte del cuadro general.

Enfermedades crónicas e inflamación sistémica

Procesos inflamatorios mantenidos en el tiempo (infecciones crónicas, enfermedades digestivas, patologías sistémicas...) pueden alterar el ciclo capilar.

La lógica es sencilla: cuando el cuerpo está ocupado gestionando inflamación, el crecimiento del pelo pasa a segundo plano.

Aquí la caída suele presentarse como efluvio telógeno secundario, no como alopecia primaria.

Infecciones y fiebre alta

Un episodio de fiebre intensa o una infección relevante pueden desencadenar caída del cabello semanas después. No durante la enfermedad, sino cuando ya parece superada.

De nuevo, no es casualidad. Es el reflejo del impacto fisiológico del evento sobre el ciclo capilar.

El mensaje importante

En la mayoría de estos casos, el pelo no es el problema, sino el mensajero. Tratar la causa subyacente suele ser mucho más efectivo que centrarse exclusivamente en el cabello.

Por eso, cuando la caída del pelo se acompaña de otros síntomas generales, conviene mirar más allá del espejo. El folículo rara vez se equivoca, pero casi nunca actúa solo.

Déficits nutricionales y caída del cabello: hierro, zinc y algo más

Cuando el pelo empieza a caerse, la reacción automática suele ser mirar hacia el cajón de los suplementos. Hierro, zinc, biotina, colágeno, cápsulas con nombres prometedores y fotos de melenas imposibles. La idea es tentadora: si falta algo, lo añado y listo.

La realidad es un poco más incómoda.

La nutrición sí influye en la salud del cabello, pero no de forma mágica ni indiscriminada. El folículo piloso es una estructura metabólicamente activa y exigente. Si faltan determinados nutrientes clave, su funcionamiento se resiente. Pero si no faltan, añadir más no lo hace trabajar mejor.

Hierro: el clásico (y con razón)

El hierro es fundamental para el transporte de oxígeno y para la actividad celular. Cuando hay déficit de hierro, especialmente en mujeres en edad fértil, el folículo puede entrar en modo ahorro.

La caída asociada al déficit de hierro suele ser:

  • Difusa
  • Progresiva
  • Acompañada de cansancio, palidez o menor rendimiento general

Aquí el mensaje es claro: si hay déficit, corregirlo ayuda. Pero tomar hierro “por si acaso” no solo no aporta beneficio, sino que puede causar efectos secundarios innecesarios.

Zinc: pequeño pero imprescindible

El zinc participa en la síntesis proteica, la división celular y la función inmunitaria. Su déficit puede afectar al ciclo del cabello y favorecer caídas difusas.

No es el nutriente estrella de las melenas, pero sin él el sistema no funciona fino. De nuevo, el problema aparece cuando falta, no cuando se suplementa sin indicación.

Proteínas: el material de construcción

El pelo está hecho de queratina. Y la queratina está hecha de aminoácidos.
Dietas muy restrictivas, déficits proteicos o pérdidas de peso rápidas pueden enviar al folículo un mensaje claro: no hay material para construir.

El resultado suele ser un efluvio telógeno semanas después del cambio dietético. No inmediato. Siempre con retraso. Porque el folículo es educado, pero rencoroso.

Vitaminas: ni todas ni siempre

Algunas vitaminas del grupo B, la vitamina D o la vitamina A participan en procesos relacionados con el crecimiento capilar. Pero aquí conviene subrayar algo importante: el exceso también puede ser un problema.

Especialmente con la vitamina A, niveles elevados pueden provocar caída del cabello, justo lo contrario de lo que se busca.

El error más común

Convertir la caída del cabello en un problema de vitaminas sin haber demostrado un déficit. En personas sanas, con una alimentación razonablemente equilibrada, la causa de la caída rara vez es nutricional.

Y cuando lo es, el cuerpo suele dar más pistas que solo el pelo.

La idea clave

La nutrición importa. Pero importa cuando hay carencias reales.
El folículo necesita recursos, no megadosis.

Antes de añadir suplementos, conviene preguntarse si falta algo de verdad. Porque, en biología, corregir déficits ayuda; compensar lo que ya funciona, no.

Medicamentos que pueden provocar caída del pelo

Cuando el pelo empieza a caerse, casi nadie mira al botiquín. Miramos al espejo, al estrés, a la genética… pero rara vez al prospecto. Y, sin embargo, algunos medicamentos pueden alterar el ciclo capilar de forma bastante directa al interferir con la biología del folículo.

Cómo pueden los fármacos afectar al cabello

La mayoría de los medicamentos que provocan caída del cabello lo hacen mediante un mecanismo concreto: empujan al folículo a entrar antes de tiempo en fase telógena. Es decir, adelantan el final del ciclo.

El resultado suele ser un efluvio telógeno farmacológico:

  • Caída difusa
  • No cicatricial
  • Generalmente reversible

Importante: no ocurre al empezar el tratamiento, sino semanas o incluso meses después. El folículo, como siempre, va con retraso.

Fármacos más frecuentemente implicados

Algunos de los grupos mejor conocidos son:

1. Quimioterapia y tratamientos oncológicos

Aquí el mecanismo es distinto. Muchos quimioterápicos afectan a células que se dividen rápido, y el folículo piloso es una de ellas.

  • Puede provocar efluvio anágeno (caída rápida durante la fase de crecimiento).
  • La caída suele ser intensa, pero el folículo no muere.
  • En la mayoría de los casos, el cabello vuelve a crecer tras finalizar el tratamiento.

2. Antidepresivos y psicofármacos

No es lo más frecuente, pero algunos antidepresivos pueden desencadenar efluvio telógeno en personas sensibles.

No es un efecto universal ni predecible, y suele ser dependiente de la susceptibilidad individual.

3. Anticonceptivos hormonales y cambios hormonales inducidos

El problema no suele ser el anticonceptivo en sí, sino:

  • Cambios bruscos de formulación
  • Suspensión del tratamiento
  • Variaciones en el equilibrio hormonal

El folículo odia los cambios rápidos. Y lo expresa cayéndose.

4. Anticoagulantes, retinoides y otros fármacos sistémicos

Algunos anticoagulantes, tratamientos con derivados de la vitamina A o ciertos fármacos sistémicos pueden alterar el ciclo capilar.

De nuevo: no destruyen el folículo, pero lo sacan de ritmo.

Caída reversible vs caída persistente

Este punto es clave para no entrar en pánico innecesario.

  • En la gran mayoría de los casos, la caída inducida por fármacos es reversible.
  • El folículo sigue vivo.
  • Cuando el organismo se adapta o el tratamiento se ajusta, el ciclo se normaliza.

Solo en contextos muy concretos (tratamientos prolongados, combinación de factores, predisposición genética marcada) el efecto puede hacerse más persistente.

El error más común

Suspender un medicamento importante sin consultar, por miedo a la caída del cabello.

Desde el punto de vista médico, casi siempre es mejor:

  • Confirmar si el fármaco está realmente implicado
  • Valorar riesgo–beneficio
  • Ajustar dosis o alternativas si procede

El pelo suele volver. La salud general, no siempre admite experimentos.

Puntos clave

  • Los medicamentos no suelen ser enemigos del pelo, pero pueden alterar temporalmente su ciclo.
  • La caída inducida por fármacos es, en la mayoría de los casos, un efecto secundario transitorio, no una condena capilar.
  • Antes de culpar al champú o a la genética, conviene revisar el contexto completo. Porque, a veces, el folículo no protesta… simplemente está obedeciendo órdenes químicas.

Envejecimiento: por qué el pelo cambia con los años

El envejecimiento no es una enfermedad. Pero tampoco es inocuo para el pelo.

Con el paso de los años, el cabello cambia. No solo en cantidad, sino en calidad, grosor, velocidad de crecimiento y pigmentación. Y no ocurre de golpe ni por una sola causa: es el resultado de varios procesos biológicos que avanzan en paralelo, a ritmos distintos en cada persona.

Aquí no hay fallo del sistema. Hay biología acumulativa.

Qué le ocurre al folículo con la edad

El folículo piloso envejece como envejecen otros tejidos. Con el tiempo:

  • La fase anágena se acorta
    El pelo pasa menos tiempo creciendo y más tiempo en reposo. Resultado: cabellos más cortos, más finos y menos densos.
  • La velocidad de crecimiento disminuye
    El cabello crece más despacio. No se nota en semanas, pero sí en años.
  • La actividad celular del folículo se reduce
    Las células que producen el tallo piloso se dividen con menos eficiencia.
  • Disminuye la vascularización local
    Llega menos oxígeno y menos nutrientes a la papila dérmica. No porque el cuerpo “no quiera”, sino porque prioriza otros tejidos.

Todo esto ocurre incluso en personas sin alopecia genética marcada.

Por qué el pelo se vuelve más fino con los años

Uno de los cambios más frecuentes es el afinamiento progresivo del cabello, incluso sin calvicie evidente.

Esto se debe a que:

  • El diámetro del tallo piloso disminuye
  • Cada ciclo produce un pelo ligeramente más delgado que el anterior
  • La queratinización es menos robusta

El resultado no siempre es "me quedo calvo", sino "tengo menos volumen". Y esa diferencia es importante, tanto clínica como emocionalmente.

Canas: el envejecimiento más visible (y mejor entendido)

Las canas no aparecen porque el pelo se caiga, sino porque deja de pigmentarse.

En el folículo existen melanocitos, las células encargadas de producir melanina. Con el tiempo:

  • Su número disminuye
  • Su actividad se reduce
  • Acaban desapareciendo del folículo

Cuando el pelo crece sin melanina, es blanco o gris. No es que el pelo “se vuelva blanco”. Es que nace sin color.

Este proceso está fuertemente influido por la genética y poco por factores externos. El estrés puede acelerar la aparición de canas en personas predispuestas, pero no es el origen del fenómeno.

Envejecimiento vs alopecia: no es lo mismo

Un punto clave: envejecer no implica necesariamente alopecia.

  • Puede haber envejecimiento capilar sin pérdida significativa de densidad
  • Puede haber alopecia temprana en personas jóvenes
  • Y puede haber ambos procesos a la vez

El envejecimiento afecta a todos los folículos de forma difusa.
La alopecia androgenética afecta a folículos concretos, en zonas específicas.

Confundirlos lleva a diagnósticos erróneos y a expectativas poco realistas.

Por qué algunas personas "envejecen mejor" capilarmente

La diferencia entre personas no se explica por una sola variable, sino por la suma de varias:

  • Genética favorable
  • Menor sensibilidad hormonal del folículo
  • Mejor vascularización
  • Menor inflamación crónica
  • Menos agresiones acumuladas (químicas, térmicas, mecánicas)

Caída del cabello en hombres y en mujeres: similitudes y diferencias

Aunque solemos hablar de la caída del pelo como si fuera un fenómeno universal y homogéneo, la realidad es bastante más matizada. Hombres y mujeres pierden pelo por mecanismos que comparten base biológica, pero se manifiestan de forma distinta. Y confundir esos patrones es una de las razones por las que muchos diagnósticos llegan tarde… o mal enfocados.

Lo que hombres y mujeres tienen en común

Empecemos por lo que no cambia según el género:

  • El cabello crece por ciclos (anágeno, catágeno y telógeno)
  • El folículo piloso responde a hormonas, genética, estrés y estado general de salud
  • El efluvio telógeno puede afectar por igual a ambos sexos
  • La caída reactiva (estrés, enfermedad, déficit nutricional) sigue las mismas reglas biológicas

Hasta aquí, igualdad total.

Las diferencias empiezan cuando entran en juego las hormonas y la distribución folicular.

El patrón masculino: menos sorpresa, más previsibilidad

En los hombres, la causa más frecuente de pérdida de cabello es la alopecia androgenética masculina.

Sus características clásicas:

  • Afecta sobre todo a la línea frontal y la coronilla
  • Sigue patrones bastante reconocibles (entradas, clareamiento superior)
  • Está fuertemente asociada a la sensibilidad del folículo a la DHT
  • La progresión suele ser lenta pero constante

Aquí, la caída no siempre es llamativa. Muchas veces lo que ocurre es una miniaturización progresiva: el pelo no se cae de golpe, simplemente se vuelve cada vez más fino, corto y menos visible.

Por eso muchos hombres dicen: no se me cae el pelo… pero cada vez tengo menos.

Y suelen tener razón.

El patrón femenino: más difuso, más traicionero

En las mujeres, la pérdida de cabello suele presentarse de forma distinta:

  • Aclaramiento difuso, especialmente en la zona central
  • Ensanchamiento progresivo de la raya
  • Conservación de la línea frontal en la mayoría de los casos
  • Menos zonas “peladas” y más pérdida de densidad global

La alopecia androgenética femenina existe, pero rara vez reproduce el patrón masculino clásico. Además, en mujeres es mucho más frecuente que la caída esté influida por:

  • Cambios hormonales (embarazo, posparto, anticonceptivos, menopausia)
  • Déficits de hierro
  • Alteraciones tiroideas
  • Estrés mantenido

Esto hace que el diagnóstico sea, a veces, menos evidente y más tardío.

El gran error: aplicar el modelo masculino a las mujeres

Uno de los fallos más comunes es evaluar la caída femenina con criterios masculinos.

En mujeres:

  • No hacen falta “entradas” para que exista un problema
  • Puede haber pérdida significativa de densidad sin zonas calvas
  • El impacto emocional suele ser mayor, aunque el cambio sea menos visible

Y al revés también ocurre:

  • No toda caída en hombres es alopecia androgenética
  • Un efluvio telógeno intenso puede confundirse con inicio de calvicie

Hormonas: mismas moléculas, respuestas distintas

Tanto hombres como mujeres producen testosterona y DHT. La diferencia no está tanto en la hormona, sino en:

  • La cantidad relativa
  • La sensibilidad del folículo
  • El equilibrio con otras hormonas (estrógenos, progesterona)

En mujeres, los estrógenos tienen un efecto protector sobre el folículo. Por eso, etapas como el posparto o la menopausia, donde ese equilibrio cambia, son momentos críticos para el cabello.

Resumen hombres vs mujeres

Hombres y mujeres no pierden el pelo igual, aunque compartan muchas causas.

  • En hombres, el patrón suele ser más localizado y predecible
  • En mujeres, más difuso, multifactorial y fácil de infradiagnosticar

Entender estas diferencias no es un detalle menor: es la base para no confundir una caída reversible con una alopecia progresiva, y para aplicar soluciones que tengan sentido biológico… no solo estético.

Porque el folículo no entiende de géneros, pero sí responde de forma distinta al contexto hormonal que lo rodea.

¿Se puede recuperar el pelo que se cae?¿Y las canas?

Esta es, probablemente, la pregunta más importante de todo el artículo. Y también una de las que más mitos arrastra.

La respuesta corta es: a veces sí, a veces no.
La respuesta científicamente correcta es: depende de qué parte del sistema esté fallando.

Porque cuando hablamos de recuperar el pelo, en realidad estamos mezclando dos procesos distintos:

  • Recuperar cabello que se ha caído
  • Recuperar el color del cabello (canas)

Y no siguen las mismas reglas biológicas.

La regla de oro de la biología capilar

Antes de entrar en matices, conviene dejar clara una idea fundamental:

  • Si el folículo está vivo, hay margen de actuación.
  • Si el folículo está destruido, no hay milagros.

Y esto aplica tanto al crecimiento… como al color.

Todo lo demás es marketing con bata blanca.

Cuando el pelo sí puede recuperarse

En muchos casos, la caída del cabello es reversible, porque el folículo no está dañado de forma permanente, solo ha alterado su ciclo:

  • Efluvio telógeno (estrés, enfermedad, posparto, cirugía)
  • Déficits nutricionales corregibles (hierro, proteínas)
  • Alteraciones hormonales transitorias
  • Caída inducida por medicamentos
  • Procesos inflamatorios reversibles

En estos escenarios:

  • El folículo sigue presente
  • La papila dérmica está intacta
  • El sistema puede volver a activar la fase anágena

La recuperación no es inmediata. Suele tardar meses, no semanas. Porque el folículo no responde a la ansiedad humana, sino a su propio reloj biológico.

Cuando la recuperación es parcial (y lenta)

En la alopecia androgenética, el problema no es que el folículo desaparezca de golpe, sino que se va miniaturizando.

Aquí el objetivo realista no suele ser recuperar todo, sino:

  • Frenar la progresión
  • Mejorar el grosor del cabello existente
  • Prolongar la fase de crecimiento
  • Evitar que folículos aún viables crucen el punto de no retorno

Cuanto antes se actúa, más margen hay.
Cuanto más tiempo pasa, menos folículos quedan en condiciones de responder.

Cuando el pelo no puede recuperarse

Hay situaciones en las que el folículo ya no existe como estructura funcional.

Esto ocurre en:

  • Alopecias cicatriciales
  • Procesos inflamatorios destructivos
  • Daño estructural irreversible del folículo

Aquí no hablamos de estimular, reactivar ni despertar nada. Hablamos de ausencia de tejido biológico.

En estos casos, ningún champú, suplemento, láser o masaje va a devolver pelo donde ya no hay folículo. Las opciones reales son quirúrgicas o cosméticas.

 

Y las canas… ¿se pueden recuperar?

Aquí conviene ser especialmente claro.

Las canas aparecen porque el folículo deja de producir melanina. No porque el pelo envejezca por fuera, sino porque los melanocitos del folículo pierden actividad o desaparecen.

Y esto marca la diferencia clave.

¿Puede volver a pigmentarse un pelo canoso?

  • Si los melanocitos han desaparecido, no: el proceso es irreversible.
  • Si los melanocitos siguen presentes pero están inactivos, en teoría sí, pero es poco frecuente y limitado.

En la práctica clínica actual:

  • No existe ningún tratamiento demostrado que revierta de forma fiable las canas establecidas
  • Los suplementos “anticanas” no han mostrado eficacia real
  • El estrés puede acelerar la aparición de canas, pero no suele revertirlas al desaparecer

Hay investigaciones en curso sobre el papel del estrés oxidativo, la inflamación y el metabolismo mitocondrial del melanocito, pero hoy por hoy, la cana es, en la mayoría de los casos, un punto sin retorno.

El matiz importante

Que una cana no se recupere no significa que el folículo esté muerto.
Ese folículo puede seguir produciendo pelo… solo que sin color.

Por eso es posible tener:

  • Canas con buena densidad
  • Canas que crecen con normalidad
  • Canas sanas, desde el punto de vista estructural

El problema aquí no es el crecimiento, sino la pigmentación.

El gran error: meterlo todo en el mismo saco

Uno de los errores más comunes es pensar que:

  • Caída del cabello
  • Alopecia
  • Canas

Son variantes del mismo problema. No lo son. Cada uno tiene mecanismos distintos, pronósticos distintos y márgenes de actuación diferentes.

El resumen

  • El cabello puede recuperarse si el folículo está vivo
  • La caída es muchas veces reversible
  • Las canas, en general, no lo son

No por falta de voluntad del cuerpo, sino por límites biológicos reales.

Por qué se nos cae más el pelo en otoño (y por qué no es un misterio ancestral)

Cada otoño ocurre lo mismo. El suelo se llena de hojas, baja la luz… y el desagüe de la ducha parece haber firmado un pacto con tu cuero cabelludo. La sensación es tan recurrente que muchos lo viven como un presagio ancestral: “ya está, este año me quedo calvo”.

Spoiler científico: no hay ningún misterio ancestral. Hay biología estacional bastante bien documentada.

La caída estacional existe (y no es una leyenda urbana)

La caída del cabello en otoño es un fenómeno real, descrito en estudios clínicos y observado de forma consistente en poblaciones humanas. Se trata, en la mayoría de los casos, de un efluvio telógeno estacional.

No es que el pelo “se estropee”, es que muchos folículos sincronizan su ciclo.

Qué ocurre realmente en el folículo

Durante el verano, una mayor proporción de folículos permanece en fase anágena (crecimiento). Esto parece estar relacionado con:

  • Mayor exposición a la luz solar
  • Cambios en los ritmos circadianos
  • Posible efecto de la vitamina D y otras señales hormonales

Cuando llega el final del verano, una parte de esos folículos entra de forma coordinada en fase telógena. Y como la fase telógena dura unos 2–3 meses, la caída visible aparece… en otoño.

¿Le pasa a todo el mundo?

No. Y esto también es importante.

La caída estacional:

  • Es más evidente en personas con cabello largo
  • Se nota más si hay densidad previa (porque hay más pelo que caer)
  • Puede pasar desapercibida en otras personas

Y ojo a este matiz clave: la caída estacional no distingue entre hombres y mujeres, ni entre personas con o sin alopecia previa.

¿Es peligrosa? ¿Deja secuelas?

En una persona sana, no.

El efluvio telógeno estacional:

  • Es autolimitado
  • No destruye el folículo
  • No conduce por sí solo a alopecia

El cabello suele recuperarse de forma espontánea en los meses siguientes, siempre que no haya otros factores sumándose (estrés intenso, déficit nutricional, enfermedad, alopecia androgenética activa).

El error más común

Intentar tratar agresivamente una caída estacional normal.

Aquí es donde aparecen:

  • Suplementos innecesarios
  • Cambios de productos compulsivos
  • Tratamientos iniciados sin indicación
  • Y mucha ansiedad capilar gratuita

La biología no suele necesitar intervención cuando todo está funcionando como debe.

Las ideas clave

La caída del cabello en otoño:

  • Es real
  • Es fisiológica
  • Es temporal
  • Y no tiene nada de mística

No es el inicio inevitable de la calvicie. Es, en la mayoría de los casos, el precio de haber tenido un buen verano capilar.

Preguntas frecuentes sobre la caída del cabello

¿Es normal perder pelo todos los días?

Sí. El cabello se renueva de forma continua y la caída diaria forma parte del ciclo capilar normal (anágeno, catágeno y telógeno). Perder algo de pelo a diario no es señal de enfermedad por sí mismo.

¿Cuántos pelos se caen al día de forma normal?

En la mayoría de personas sanas, perder entre 50 y 100 cabellos al día entra dentro de la normalidad.

¿Lavarse el pelo hace que se caiga más?

No. Al lavarte, simplemente desprendes cabellos que ya estaban en fase telógena (listos para caer). Si el pelo es largo o llevas varios días sin lavarlo, verás más cantidad junta y se siente más dramático.

¿El estrés puede provocar caída del cabello?

Sí. El mecanismo más típico es el efluvio telógeno: muchos folículos pasan antes de tiempo a fase de reposo, y la caída visible suele aparecer 2–3 meses después del periodo de estrés (físico o emocional). En la mayoría de casos es reversible.

¿La testosterona causa calvicie?

No de forma directa. El protagonista suele ser la DHT (dihidrotestosterona) y, sobre todo, la sensibilidad genética de ciertos folículos a esa hormona. Puedes tener testosterona alta y no desarrollar alopecia, o niveles normales y sí hacerlo.

¿La caída del pelo es hereditaria?

La alopecia androgenética (la más común) tiene un componente genético fuerte y es poligénica (participan muchos genes). Pero genética no es destino: el resultado final depende también de edad, hormonas, inflamación, salud general y otros factores.

¿El pelo vuelve a crecer después de caerse?

Depende. Si el folículo está vivo (por ejemplo, en efluvio telógeno), el cabello suele recuperarse. Si el folículo se ha destruido (como en ciertas alopecias cicatriciales), no hay regeneración espontánea.

¿La alimentación influye en la caída del pelo?

Influye cuando hay carencias reales (hierro, proteínas, zinc, etc.). Si no existe déficit, suplementar "por si acaso" rara vez mejora el cabello y a veces puede dar problemas. El folículo necesita suficiencia, no megadosis.

¿Qué vitaminas están relacionadas con la caída del cabello?

Vitamina D y algunas del grupo B pueden estar implicadas en ciertos contextos, pero el punto clave es el déficit. Además, el exceso de algunas vitaminas (como la vitamina A) también puede favorecer caída. Mejor medir y ajustar con criterio.

¿Por qué se cae más el pelo en otoño?

Porque existe un componente estacional en el ciclo capilar: muchos folículos sincronizan su entrada en fase telógena tras el verano y la caída se hace más visible en otoño. Suele ser temporal y no implica alopecia por sí sola.

¿La caída del cabello puede ser síntoma de una enfermedad?

Sí. Alteraciones tiroideas, algunas enfermedades autoinmunes, infecciones importantes, inflamación crónica o problemas sistémicos pueden alterar el ciclo del folículo. Si la caída viene con otros síntomas generales, merece revisión médica.

¿Los medicamentos pueden hacer que se caiga el pelo?

Sí, algunos fármacos pueden desencadenar efluvio telógeno (caída difusa y reversible), y tratamientos oncológicos pueden producir caída más intensa por afectar células de división rápida. Nunca conviene suspender medicación sin consultar.

¿El uso de gorros o cascos provoca calvicie?

No causa alopecia androgenética. Como mucho, un uso extremo con fricción, sudor y tensión constante podría irritar o debilitar el tallo del pelo (rotura), pero eso no es lo mismo que perder folículos de forma permanente.

¿El pelo largo se cae más que el corto?

No necesariamente se cae más: se nota más. Un cabello largo ocupa más volumen visual y se acumula en ducha/cepillo, así que el “impacto psicológico” aumenta aunque la cantidad real sea similar.

¿La caída del cabello es diferente en hombres y mujeres?

Sí. En hombres es más típico un patrón localizado (entradas/coronilla) por alopecia androgenética. En mujeres suele ser más difuso (ensanchamiento de la raya), con más peso relativo de hierro, tiroides y cambios hormonales.

¿El estrés emocional y el físico afectan igual al pelo?

Desde el punto de vista biológico, sí: el folículo responde al estrés como señal fisiológica, venga de una cirugía, una fiebre alta o una etapa emocional intensa. El patrón típico es la caída diferida semanas/meses después.

¿Se puede frenar la caída del cabello?

Depende de la causa. En caídas reversibles, tratar el desencadenante (estrés, déficit, enfermedad, fármaco) suele mejorar. En alopecia androgenética, actuar pronto ayuda a frenar progresión y preservar folículos antes de que se miniaturicen demasiado.

¿La caída del pelo significa que me voy a quedar calvo?

No. Mucha caída visible puede ser efluvio telógeno (reversible) y algunas alopecias progresan sin una caída llamativa (más bien afinamiento). Lo importante es el patrón en el tiempo: densidad, zonas claras y evolución.

¿Cuándo debería consultar a un médico por la caída del cabello?

Cuando la caída es brusca y abundante durante semanas, hay pérdida de densidad visible, aparecen zonas claras, se acompaña de picor/dolor/inflamación, o hay síntomas generales (cansancio, pérdida de peso, alteraciones menstruales, etc.). Si no mejora con el tiempo, también.

¿Qué tipos de alopecia existen?

Existen varios tipos. La más frecuente es la alopecia androgenética (genética y hormonal). Otras incluyen el efluvio telógeno (caída difusa y reversible), la alopecia areata (autoinmune) y las alopecias cicatriciales, donde el folículo se destruye de forma irreversible.

¿Cómo funciona un trasplante capilar y realmente funciona?

El trasplante consiste en mover folículos resistentes a la caída (generalmente de la nuca) a zonas despobladas. Funciona si el folículo trasplantado sobrevive y el contexto biológico es adecuado, pero no frena la alopecia existente ni crea pelo nuevo donde no hay folículos.

¿Por qué te quedas calvo de la cabeza pero no de la espalda u otras zonas?

Porque los folículos del cuero cabelludo tienen distinta sensibilidad hormonal. Los de la zona frontal y coronilla responden a la DHT, mientras que los de la nuca, barba o espalda no se ven afectados por esa hormona.

¿Usar gorra hace que se caiga más el pelo?

No. Usar gorra no provoca alopecia androgenética ni destruye folículos. Solo en casos extremos de fricción constante podría romper el tallo del pelo, pero eso no equivale a perder pelo de forma permanente.

¿Por qué el pelo se cae primero en las entradas y no en todo el cuero cabelludo?

Porque los folículos de las entradas y la coronilla son genéticamente más sensibles a la DHT. Esta diferencia de sensibilidad explica por qué la alopecia sigue patrones concretos y no afecta a toda la cabeza por igual.

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1 comentario

Tan extenso como pedagógico, a veces nos preocupamos demasiado por desconocimiento! gracias por acercarnos la ciencia de forma clara y amena

Clara

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Y se acabó el artículo :(

Esperamos que te haya gustado y que hoy sepas un poquito más de ciencia.

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