Cuando el éxito te sabotea: cómo los equipos de alto rendimiento caen en la trampa de la velocidad de crucero

Cuando el éxito te sabotea: cómo los equipos de alto rendimiento caen en la trampa de la velocidad de crucero

Mike Munay

Son las 22:03. El deploy acaba de romper algo que nadie entiende y Slack vibra como un panal. Los KPI caen, el cliente pregunta, y tú… tú pulsas Enter con el pulso de un cirujano. Dos líneas de código, un rollback y silencio. El sistema revive. Héroes por un día. Sin tiempo a pensar: mañana habrá otro incendio.

¿Qué está pasando?

Todos celebramos la velocidad. KPI altos, entregas rápidas, bugs apagados antes de que nadie los vea... El éxito moderno se siente así: como subirse a un cohete que solo sabe apuntar a “más, más, más”… y que cada día pisa el acelerador un poco más fuerte.

Pero hay una verdad incómoda escondida en esa adrenalina del “modo crucero”. Cuanto mejor somos apagando fuegos… mejor nos volvemos generando combustible para el siguiente incendio.

Lo más curioso de esto es que no es una rareza, es bastante común hasta en los equipos más brillantes. Por eso hace falta una disciplina casi obsesiva y una autoevaluación honesta para no convertir el heroísmo de hoy en el agotamiento de mañana.

La ciencia tiene un nombre para esto. Bueno, dos.

Primero, la normalización de la desviación: esa sensación de que los pequeños errores y problemas son parte del día a día y de la naturaleza del proyecto. Se normaliza el modo supervivencia y el apaño temporal se convierte en "proceso oficial” porque ayer esa solución no explotó.

Y después, la ilusión de control: ese sesgo de que lo tenemos todo bajo dominio… cuando en realidad solo estamos echando más cinta adhesiva sobre un casco que tiene muchas pequeñas vías de agua. Como vemos que sabemos resolver todo con maestría pensamos que podremos resolver cualquier cosa nueva que venga, hasta que llegue una que nos explote en la cara.

A veces los equipos van rápido porque son buenos y están comprometidos con sus tareas, a pesar de que puedan estar afectados por estos dos fenómenos.

Y ese desequilibrio, ese “avanzar con grietas” desgasta, agota y nos ata a la heroicidad diaria.

Este artículo va de eso.

La heroicidad debe estar reservada para situaciones excepcionales, no como parte del flujo de trabajo.

La ciencia explica por qué lo que parece éxito puede ser, silenciosamente, el inicio del cansancio que nos frene mañana. Porque la velocidad sin reparaciones no es progreso: es una cuenta atrás.

La normalización de la desviación: cuando el parche se convierte en sistema

Todo proyecto complejo empieza con procesos perfectos y principios sólidos. Pero el tiempo aprieta, los deadlines respiran en la nuca y aparece el primer apaño: “No pasa nada, es solo por esta vez.”

Esa frase es el primer ladrón silencioso de la excelencia.

La socióloga Diane Vaughan lo estudió en la NASA tras el desastre del trasbordador Challenger y a raíz de eso descubrió este fenómeno sobre cómo las organizaciones normalizan el riesgo y el error:

"Si algo malo no explota hoy, mañana lo aceptaremos como bueno."

Y así nacen tradiciones absurdas dentro de equipos brillantes:

  • Workarounds que se heredan como reliquias sagradas
  • Código / documentación / procesos que solo entiende la persona que ya se fue del proyecto o peor, que solo está en su cabeza.
  • Documentación que existe únicamente en un chat perdido
  • Decisiones no estandarizadas sobre las que se improvisa cada vez que toca atenderlas
  • Soluciones poco ortodoxas que se marcan como seguras porque “siempre funcionó así”

El cerebro, para ahorrar energía, se engancha a atajos cognitivos: La excepción deja de ser “emergencia” y muta en “framework”. Porque agota mucho menos aceptar algo como correcto que razonar sobre ello, buscar una solución alternativa más fiable y documentar el proceso.

El resultado: El sistema deja de ser seguro gracias a su diseño, y pasa a serlo gracias a la suerte o a la heroicidad recurrente.

Y la suerte y la heroicidad son compañeros muy poco fiables.

La ilusión de control: cuando creemos que dominamos el caos

Luego viene el sesgo más traicionero: el "illusion of control bias", descrito por Ellen Langer, una psicóloga de Harvard reconocida por sus investigaciones pioneras sobre mindfulness, ilusión de control y cómo la percepción puede alterar la realidad de nuestra salud y comportamiento.

La ilusión de control habla de ese momento en que sentimos que estamos pilotando la nave… cuando solo estamos tapando agujeros mientras caen del cielo.

Porque el proyecto funciona, ¿no? Se entregan cosas a tiempo, se hacen cambios importante, hay indicadores verdes y el barco sigue a flote.

Pero si te fijas, no es el sistema quien lo sostiene, es la gente. Personas haciendo micro-reparaciones invisibles todos los días:

  • Hacer horas extras por una tarea no contemplada que entra como urgente
  • Tener que arreglar sobre la marcha errores rápidamente para que generen el menor impacto posible
  • Mejorar la documentación cada vez que un error demuestra que está incompleta
  • Que el resto de equipos marquen tus tiempos mientras que ellos marcan los suyos propios
  • Ajustes improvisados para permitir publicar cambios en tiempo y forma

Seguramente te suenen estas situaciones.

Eso no es control. Es compensación.

El éxito se debe al talento del equipo… y al precio que el equipo está pagando sin darse cuenta:

  • Más memoria extra
  • Más coordinación extra
  • Más esfuerzo extra
  • Más creatividad extra
  • Más suerte extra

La heroicidad diaria es adictiva, hace sentir útil, valiente, imprescindible, pero no escala, no descansa, no perdura.

La heroicidad es un rush, la euforia. Pero el sistema es lo que queda cuando el rush pasa.

La paradoja del éxito

Aquí viene el plot twist más duro de digerir:

"Cuanto más bueno es un equipo… más difícil es detectar sus problemas."

Porque siempre habrá alguien capaz de salvar el día. Hasta que un día no esté. Hasta que el dólar que costaba ignorar una grieta se convierta en un millón.

El barco no se hunde, pero el agua entra. Poca. Suficiente.

La velocidad actual no es sostenible si cada avance exige trabajo extra, memoria extra, coordinación extra, imaginación extra o suerte extra.

Y el agotamiento termina llegando puntual, como la factura de la luz.

Cómo detectar si estás cayendo en la trampa

Checklist de red flags elegantes pero dolorosas:

  • Nadie recuerda por qué se hace algo… solo que “ha funcionado siempre”
  • Se depende de personas concretas para que la magia ocurra
  • Documentar es un lujo, no un hábito
  • La frase “ya lo haremos bien después” o "me salto el proceso para cumplir con los plazos" aparece demasiado
  • Las discusiones sobre calidad son incómodas y se posponen
  • Hay continuamente dudas sobre si están haciendo las cosas bien, aunque realmente el balance sea positivo

Si te has sentido representado en alguna o varias… buena señal.
Significa que te importa y que puedes repararte, aún estás a tiempo.

Cómo pasar de héroes a arquitectos

Este es el giro de guion donde dejamos el drama… pero mantenemos la elegancia:

  • Documentación realista, no enciclopédica: viva, útil, breve, ejecutiva y que todos entiendan
  • Roles con ownership real, no sólo buenas intenciones colectivas, es necesario que cada persona del equipo luche por su parte
  • Responsabilidades únicas para cada persona del equipo, cada uno debe tener una tarea clave de la que se responsabilice de forma activa
  • Procesos que escalen sin depender de la memoria de nadie
  • Validaciones y QA como cultura, no como penitencia
  • Pairs que impulsen crecimiento y eviten conocimiento aislado
  • Planes individuales que alineen ambición y salud del sistema

La clave no es trabajar más… sino trabajar menos para conseguir más y no depender de personas concretas.

El mejor equipo es aquel en el que no hay héroes y las funciones pueden intercambiarse.

Eso se llama diseño inteligente del esfuerzo.

Velocidad que no se rompa por dentro

El equipo que llega lejos no es el que corre más. Es el que cuida el motor mientras acelera.

El éxito que perdura no se apoya en heroes, sino en sistemas que permitan descansar sin miedo.

Porque si hemos aprendido a ir rápido, la próxima lección es aprender a ir lejos. Sin grietas. Sin cinta adhesiva. Con el orgullo de saber que el barco no avanza por magia,
sino por ciencia.

Lo accionable en 30 segundos

Hazte estas 3 preguntas una vez al mes:

1️⃣ ¿Qué se rompería si mañana faltan nuestras personas estrella?
2️⃣ ¿Qué procesos existen solo en nuestra memoria pero no en nuestro sistema?
3️⃣ ¿Qué cosas damos por correctas solo porque ayer “no explotaron”?

Si una respuesta duele… es justo donde hay que construir.

Citas

Diane Vaughan

“La normalización de la desviación surge cuando dejamos de ver un riesgo como riesgo simplemente porque todavía no ha provocado consecuencias negativas.”

“El fracaso no fue una explosión repentina, fue una larga historia de éxitos que invisibilizaron los riesgos.”

Ellen Langer

“La sensación de control puede ser tan poderosa que nos hace creer que influimos incluso en lo que es puramente aleatorio.”

“Cuando actuamos en piloto automático, confundimos la familiaridad con la seguridad.”

“El verdadero peligro no es el error, sino estar tan seguros de que no lo estamos cometiendo.”

Referencias

Langer, E. J. (1975). The illusion of control. *Journal of Personality and Social Psychology, 32*(2), 311–328. https://doi.org/10.1037/0022-3514.32.2.311

Langer, E. J. (1989). *Mindfulness*. Addison-Wesley.

Vaughan, D. (1996). *The Challenger launch decision: Risky technology, culture, and deviance at NASA*. University of Chicago Press.

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1 comentario

Muy buen artículo aterrizado y dirigido a gente que trabaja en corporaciones , y que puede ser académico también para maestristas con experiencia en gestión . Gracias

Vito

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Y se acabó el artículo :(

Esperamos que te haya gustado y que hoy sepas un poquito más de ciencia.

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