
Miguel Servet: el visionario español de la circulación cardíaca
Mike MunayCompartir
Día Mundial del Corazón: Miguel Servet, el pionero olvidado
Cada 29 de septiembre el mundo entero recuerda la importancia de cuidar el motor que nos mantiene vivos: el corazón.
Con motivo del Día Mundial del Corazón, esta semana en Science Driven vamos a publicar, día a día, diferentes artículos dedicados a este órgano fascinante y a todo lo que implica para nuestra salud y nuestra vida. Serán siete piezas que se suman a nuestra nueva categoría sobre el corazón, ya disponible en el menú del blog.
Y como si el calendario quisiera guiñarnos un ojo, este 29 de septiembre reúne tres efemérides singulares: es el Día Mundial del Corazón, es el aniversario del nacimiento de Miguel Servet, pionero español de la fisiología, y además es San Miguel. Tres coincidencias que parecen fruto del azar, pero que juntas dibujan un relato perfecto de ciencia, historia y salud.
De Servet solo te adelanto algo: fue un visionario que se atrevió a mirar dentro del cuerpo humano y cambiar para siempre lo que creíamos saber sobre la sangre y el corazón. Lo que descubrió le costó la vida… y, al mismo tiempo, lo colocó en la historia como un pionero olvidado que hoy vuelve a latir con más fuerza que nunca.
¿Quién fue Miguel Servet?
El 29 de septiembre de 1511, día de San Miguel, nació en Villanueva de Sigena (Huesca, Aragón, España) un niño destinado a incomodar a su tiempo: Miguel Servet. Ni teólogo puro ni médico al uso, siempre transitó en la frontera. Demasiado científico para los religiosos y demasiado teólogo para los médicos, nunca encajó en las casillas de su siglo.
Entre libros prohibidos y madrugadas de estudio, formuló una idea tan simple como demoledora: la sangre no circulaba como se creía. Aquella intuición, escrita en sus obras, marcaba un antes y un después en la comprensión del corazón humano. Pero el precio de mirar demasiado lejos era alto.
En 1553, tras ser perseguido por sus ideas, Servet fue capturado en Ginebra y condenado por herejía por el tribunal de Calvino. La sentencia fue despiadada: morir en la hoguera junto con sus libros. El 27 de octubre de 1553, el humo de su cuerpo y de sus páginas se mezclaron en el aire, y con ellos se redujo a cenizas un descubrimiento que hubiera podido transformar la medicina mucho antes.
Su aportación quedó silenciada durante décadas, enterrada bajo el peso de la censura y el miedo. Solo con el paso del tiempo, la historia le devolvió el lugar que merecía: el de pionero que se adelantó a su siglo y pagó con su vida por pensar demasiado libre.
El aporte de Servet a la ciencia: la circulación pulmonar
La medicina de su época seguía aún a Galen, el médico romano del siglo II. Según su doctrina, la sangre nacía en el hígado y se consumía como un combustible. Se creía que parte de ella se filtraba desde el ventrículo derecho al izquierdo a través de unos supuestos “poros invisibles” en el tabique cardíaco. Nadie los había visto, pero todos los repetían como verdad indiscutible.
Miguel Servet se atrevió a contradecirlo. Observando y razonando, concluyó que esos poros simplemente no existían. En su lugar, propuso algo radical para su tiempo: la sangre del ventrículo derecho salía por la arteria pulmonar hacia los pulmones, allí se transformaba al mezclarse con el aire, y regresaba al corazón por las venas pulmonares hacia el ventrículo izquierdo. En otras palabras, describió la circulación pulmonar, el circuito entre corazón y pulmones que hoy todos damos por sentado y que cualquier estudiante aprende en su primer curso de medicina.
Hoy, con resonancias magnéticas, ecografías y modelos en 3D, esa explicación parece casi obvia, un detalle básico en cualquier libro de anatomía. Pero en el siglo XVI fue una auténtica revolución: derribaba de un golpe la doctrina galénica que había dominado la medicina durante más de mil años. Servet no solo estaba corrigiendo un error; estaba desafiando a toda una tradición médica que se había convertido en dogma.
Cuando el mundo redescubrió a Servet
Tras la hoguera de 1553, el silencio.
Durante años, el nombre de Miguel Servet quedó sepultado bajo las cenizas de su hoguera. Su obra médica, escrita dentro de un tratado de teología (Christianismi Restitutio), era tan sospechosa que apenas circularon algunos ejemplares escondidos. Así, su descubrimiento sobre la circulación pulmonar pasó casi inadvertido hasta que los anatomistas y fisiólogos del siglo XVII empezaron a comparar fuentes y a reconocer que aquel aragonés se había adelantado.
La publicación de la teoría de la circulación completa de William Harvey en 1628 hizo que algunos eruditos revisaran textos anteriores. Fue entonces cuando, al rescatar fragmentos de la obra de Servet, quedó claro que él había descrito la circulación menor muchos años antes. El reconocimiento, sin embargo, fue lento: la ciencia moderna lo aceptaba, pero el peso de su condena seguía empañando su memoria.
En los siglos XIX y XX, pasó de ser considerado un hereje maldito a ser reivindicado como pionero de la fisiología y mártir del pensamiento libre. En España, tras siglos de silencio, su figura se incorporó al panteón de los grandes nombres de la historia médica. Hoy existen calles, bustos y sobre todo el Hospital Miguel Servet en Zaragoza, que honra su legado.
De hereje maldito a héroe científico, la historia de Servet es la de un visionario al que su tiempo no supo escuchar, pero al que la posteridad acabó dando la razón, al igual que sucedió con el Dr. Subhash Mukhopadhyay, el maltratado héroe indio de la fecundación in vitro, del que ya hemos hablado en un artículo anterior.
Monumentos y memoria de Servet
La huella de Servet no se limita a los libros. Existen monumentos en su honor en Zaragoza, Huesca, Villanueva de Sigena, Ginebra, Francia y EEUU, en forma de estatuas, placas en universidades, hospitales, iglesias, parques y hasta un asteroide que lleva su nombre. Cada uno de ellos representa el rescate de una figura que durante mucho tiempo fue incómoda de recordar.
Su espíritu tolerante queda reflejado en una de sus frases más citadas:
“... ni con estos ni con aquellos estoy de acuerdo en todos los puntos, ni tampoco en desacuerdo. Me parece que todos tienen parte de verdad y parte de error y que cada uno ve el error del otro, mas nadie el suyo... ”
Una declaración que lo sitúa no solo como un pionero científico, sino como un adalid de la tolerancia y la libertad de pensamiento.
Reflexión: Un corazón que late más allá del tiempo
Cada 29 de septiembre el mundo se detiene un instante para recordar la importancia de cuidar nuestro corazón. Ese mismo día nació Miguel Servet, el hombre que se atrevió a mirar dentro de él como nadie lo había hecho antes. Su vida terminó en las llamas, pero su descubrimiento sobrevivió y hoy es parte del conocimiento más básico de la medicina.
El Día Mundial del Corazón no se fijó en su honor, pero la coincidencia es casi poética: mientras médicos y pacientes hablan de prevención y vida saludable, también resuena el eco de aquel aragonés que cambió para siempre la manera de entender la sangre y la vida.
Recordar a Servet es recordar que la ciencia avanza gracias a quienes se atreven a desafiar lo establecido. Y que, a veces, los latidos más fuertes no son los que se escuchan en vida, sino los que siguen sonando siglos después.
4 comentarios
MUY INTERESANTE EL ARTÍCULO! Y ALLÍ SE VE LA IGNORANCIA DE LA GENTE, QUE LO RODEABA! MATARLO POR DECIR UN GRAN DESCUBRIMIENTO!! QUÉ PENA!!
Me gustó mucho el artículo,sobretodo la delicadeza y la ternura con la que está hecho .Nunca tan bien dicho : me ha llegado al corazón . Gracias Miguel Servet
Me gustó mucho el artículo,sobretodo la delicadeza y la ternura con la que está hecho .Nunca tan bien dicho : me ha llegado al corazón . Gracias Miguel Servet
Excelente recordatorio para celebrar y cuidar nuestro CORAZÓN. Bravo chicos por tan interesantes artículos y muy necesarios de conocer y tomar conciencia de ellos👏👏👏💪❤️❣️👍👌